versão On-line ISSN 1678-4464
Cad. Saúde Pública vol.32 no.7 Rio de Janeiro 2016 Epub 21-Jul-2016
http://dx.doi.org/10.1590/0102-311X00176814
El estudio estimó la prevalencia de distrés laboral en Chile y sus asociaciones con exposición a riesgo psicosocial laboral y calidad del empleo, considerando diferencias de género. El estudio transversal consideró una muestra probabilística representativa a nivel nacional de 3.010 asalariados/as en Chile (1.486 mujeres y 1.524 hombres). Un 18% reporta distrés (23,8% mujeres versus 14,8% hombres). Los expuestos a riesgos psicosociales tienen mayor chance de experimentar distrés que los no expuestos, y las mujeres presentan una chance de sufrir distrés mayor que los hombres. Hombres y mujeres en empleos precarios tienen una chance mayor de presentar distrés al compararse con quienes tienen menos precariedad laboral. No obstante, mujeres en empleos precarios tienen mayor chance de sufrir distrés que los hombres en empleos similares. Se concluye que las mujeres ocupan empleos precarios en mayor proporción, están más expuestas a riesgos psicosociales y presentan mayor distrés, evidenciando la existencia de una doble discriminación-social y de género-en el mercado laboral en Chile.
Palabras-clave: Exposición Profesional; Agotamiento Profesional; Salud Laboral; Identidad de Género; Impacto Psicosocial
This study aimed to estimate the prevalence of work-related stress in Chile and its association with exposure to workplace psychosocial risks and quality of employment, considering gender differences. The cross-sectional study included a representative probabilistic national sample of 3,010 salaried workers (1,486 women and 1,524 men). Eighteen percent reported work-related stress (23.8% of women and 14.8% of men). People exposed to psychosocial risks had a higher probability of experiencing stress, and women were more likely to suffer stress than men. Women and men in precarious work showed increased likelihood of distress, compared to workers with less precarious jobs. However, women in precarious jobs were more likely to suffer stress than men in the same situation. The study concluded that women had more precarious jobs, experienced greater exposure to psychosocial risks, and suffered more stress than men. This is evidence of double discrimination (social and gender-based) in the Chilean labor market.
Keywords: Occupational Exposure; Professional Burnout; Occupational Health; Gender Indentity; Psychosocial Impact
Los problemas de salud mental representan una de las principales causas de morbilidad en la población adulta, habiéndose acrecentado en los últimos años 1), (2. Asimismo, las mujeres presentan la más alta prevalencia de dichos problemas 3), (4. En Chile, desde el año 2005 hasta la actualidad las licencias médicas curativas por "trastornos emocionales y del comportamiento" han aumentado sostenidamente en la población asalariada y las licencias tramitadas por mujeres duplican a las de los hombres 5), (6. El incremento de los problemas de salud mental se ha atribuido, en parte, a profundos cambios en el mundo del trabajo 7), (8. El nuevo paradigma de producción flexible (reestructuraciones, fusiones, y revolución tecnológica y de comunicaciones), ha implicado una precarización del empleo (contratos atípicos, mayor inestabilidad y rotación laboral), flexibilizando la distribución del tiempo de trabajo, erosionando las fronteras entre trabajo y vida personal, y debilitando la fuerza reguladora de la seguridad social. En este contexto, adquieren gran relevancia una nueva generación de riesgos para la salud de los/as trabajadores/as vinculados a nuevas formas de organización del trabajo que se traducen en intensificación del ritmo de trabajo, introducción de mecanismos de competencia entre trabajadores/as, salarios bajos y variables según producción, estrechos sistemas de vigilancia, entre otras. Se trata de los riesgos psicosociales 9), (10.
Estos procesos han afectado diferencialmente a mujeres y hombres 11. Si bien la salud de la población trabajadora se relaciona directamente con sus condiciones de empleo y trabajo, los riesgos que de ellas provienen no son iguales para todos/as los/as trabajadores/as ni se distribuyen al azar, sino que están determinadas por dimensiones de carácter estructural, siendo las desigualdades de género una de las más influyentes 4. Por lo tanto, el género es una categoría de análisis ineludible y urgente, cuando se trata de recabar conocimiento acerca de la salud colectiva, y sobre algunos procesos por los cuales el trabajo puede socavar diferentemente la salud mental de trabajadores y trabajadoras 4), (12. Para comprender los procesos mediante los cuales el género reproduce desigualdades en salud es necesario comprender sus relaciones con otras inequidades sociales 13. En esta perspectiva, las desigualdades en salud de trabajadores y trabajadoras deben ser analizadas considerando la desigual distribución del trabajo productivo (producción de bienes y servicios para el mercado) y trabajo reproductivo (doméstico y de cuidado no remunerado), según el género. Dicha distribución se sostiene en estereotipos social y culturalmente construidos que tienen como referente el modelo de familia padre-proveedor/madre-cuidadora, asignando a hombres y mujeres roles diferenciados. En Chile, estos estereotipos no han cambiado sustantivamente lo que tiene importantes consecuencias en la segmentación del mercado laboral, según el género. Esto se refleja en que ellas acceden a un limitado abanico de ocupaciones asociadas a habilidades y atributos femeninos, concentrándose en comercio y servicios comunales, sociales y personales como salud, educación y limpieza. En oposición, los hombres se reparten más homogéneamente entre distintas ramas y ocupaciones. Asimismo, los cargos directivos están ocupados mayoritariamente por hombres versus las mujeres que se concentran en trabajos con menor calificación y menor jerarquía que los varones 14. Esta desigual distribución de hombres y mujeres en el mercado de trabajo tiene implicancias en sus condiciones de empleo y en la exposición a riesgos psicosociales. Respecto a las condiciones de empleo, las mujeres perciben ingresos menores, tienen una vida laboral más breve e interrumpida, un mayor porcentaje no cuenta con contrato de trabajo escrito, trabajan en jornada parcial, y sus empleos son más inestables que los hombres, condiciones que se asocian a mayor precariedad laboral y a situaciones adversas para su salud 15. Asimismo, las mujeres desempeñan ocupaciones con mayor exposición a riesgos psicosociales. Por ejemplo, ocupan mayoritariamente trabajos con alta carga emocional que involucra contacto con usuarios -docentes, personal de salud, atención al público. Por otra parte, situadas en niveles jerárquicos inferiores y subordinadas a la autoridad, tienen menor autonomía y poder para participar en la toma de decisiones, menor control sobre su trabajo (pausas, ritmo, orden de las tareas) y para compatibilizar exigencias laborales con responsabilidades domésticas y de cuidado, situaciones que han sido identificadas como el preámbulo de problemas de salud mental tales como ansiedad y depresión 16), (17. En Chile, aun cuando los estudios sobre el tema son escasos y por ende, estos riesgos carecen de visibilidad y de reconocimiento, la evidencia indica que las mujeres concentran los más altos niveles de exposición a riesgos psicosociales laborales 18.
En síntesis, los vínculos entre salud mental, condiciones de trabajo y género han sido escasamente estudiados en el país. Exceptuando algunos estudios focalizados en categorías específicas de trabajadores como docentes 19), (20 y personal de salud 21), (22, las asociaciones entre trabajo y problemas de salud mental han recibido poca atención por parte de los y las investigadoras lo cual limita el diseño de programas o políticas de intervención.
El objetivo de este artículo es presentar resultados sobre prevalencia de distrés en la población asalariada en Chile, sus asociaciones con precariedad laboral, factores de riesgo psicosocial laboral, y las desigualdades de género en el mercado laboral, provenientes de una encuesta aplicada en Chile en 2011 23.
Las hipótesis que guiarán este estudio son las siguientes: (a) trabajadores y trabajadoras expuestos/a a riesgos psicosociales tienen una probabilidad mayor de presentar distrés, al compararse con los/as no expuestos/as; (b) mujeres trabajadoras expuestas a riesgos psicosociales tienen una probabilidad mayor de presentar distrés, al compararse con hombres expuestos a estos riesgos; (c) trabajadores y trabajadoras en empleos precarios presentan mayor prevalencia de distrés que los/as trabajadores/as en empleos no precarios; y (d) las mujeres en empleos precarios tienen una probabilidad mayor de sufrir distrés que los hombres en empleos precarios.
El universo estuvo constituido por hombres y mujeres trabajadores/as asalariados/as de 20-65 años, pertenecientes a todos los niveles socioeconómicos, residentes en zonas urbanas de las 15 regiones del país. La muestra probabilística de 3.010 casos (1.486 mujeres y 1.524 hombres) fue estratificada aleatoriamente en cuatro niveles para cada región: comuna, blocks, hogares y personas entrevistadas. Considerando la menor proporción de mujeres en la población trabajadora, y la necesidad de generar análisis por sexo, se sobrerrepresentó a las mujeres para obtener una muestra equivalente por sexo. Los datos fueron ponderados según el marco muestral e información del Instituto Nacional de Estadística de Chile (65% hombres y 35% mujeres).
La encuesta aplicada consta de 77 preguntas que consideró variables sociodemográficas, dimensiones de calidad del empleo, factores de riesgo psicosociales y salud mental entre otras. Esta se aplicó cara a cara en hogares. Este trabajo recibió aprobación del comité de ética de la Universidad de Ottawa, Canadá y de la Universidad Diego Portales, Chile. Los participantes firmaron un consentimiento informado en el momento de la aplicación de la encuesta, en el cual se establecen explícitas garantías de resguardos éticos 23.
Para evaluar el riesgo psicosocial se consideró dos modelos, el modelo demanda/control/apoyo social 24 y el modelo desequilibrio esfuerzo-recompensas 25, cuyas capacidades predictivas de enfermedad mental han sido reconocidas internacionalmente 25), (26. La escala demanda/control/apoyo social considera tres dimensiones: demanda psicológica y emocionales (5 ítems y 4 ítems respectivamente), latitud decisional (5 ítems y considera control y uso de habilidades en el trabajo) y apoyo social (6 ítems). El modelo señala que una situación laboral que combina altas demandas psicológicas con escasa latitud decisional, denominada tensión psíquica, constituye una dimensión de especial riesgo para la salud. Asimismo, cuando la tensión psíquica se acompaña de bajo apoyo social, estamos en presencia de una situación denominada Isostrain, la que ha sido identificada como la de mayor riesgo en este modelo 24.
El segundo instrumento aplicado, corresponde a la versión breve de la escala desequilibrio esfuerzo/recompensa de Siegrist et al. 27 compuesta por 16 ítems. Esta considera dos dimensiones principales, el esfuerzo extrínseco (3 ítems relativos a la cantidad de tareas, ritmo en que se desempeñan e interrupciones sufridas durante el trabajo) y las recompensas (10 ítems con variables relativas a estima, promoción en el trabajo y recompensas monetarias). La percepción de desequilibrio entre esfuerzos invertidos en el trabajo y recompensas recibidas constituye la dimensión de mayor riesgo en este modelo y se obtiene mediante un ratio entre los puntajes obtenidos en los esfuerzos y las recompensas 27. Ambos instrumentos utilizan una escala de medida Likert de cuatro alternativas (donde 1 = muy en desacuerdo y 4 = muy de acuerdo), donde a mayor puntaje se observa una mayor presencia del atributo analizado.
Considera seis posibles variables: (1) tener contrato a plazo fijo, por faena u obra; (2) estar contratado/a por empresa subcontratista, empresa suministradora o "enganchador"; (3) haber tenido períodos de desempleo en los últimos 12 meses; (4) tener ingreso personal mensual promedio igual o inferior a 250.000 CLP (500 USD); (5) ocupar un empleo no cualificado; y (6) trabajar en algún sistema de turnos o trabajo nocturno. Con estas variables se construyó un indicador de precariedad laboral que consideró dos categorías: empleo no precario (con ninguna o una precariedad) y empleo precario (con dos o más precariedades).
para evaluar efectos negativos en la salud, se utilizó la escala K6 de Kessler. El distrés psicológico es un indicador precoz de amenaza a la salud mental, porque permite evaluar dos de sus síntomas más frecuentes: depresión y ansiedad. No se trata de una herramienta para diagnosticar estas patologías, sino de un índice que identifica en una población a las personas en mayor riesgo de sufrir una enfermedad mental 28. Es un instrumento de screening de distrés psicológico inespecífico que permite hacer un tamizaje de la prevalencia mensual de síntomas de distrés. El instrumento de 6 ítems considera síntomas asociados a: depresión, inquietud, fatiga, sentimiento de culpa y ansiedad, en los últimos seis meses. Se utiliza una escala de medida Likert de cinco alternativas (0 = nunca y 4 = siempre), en la que a mayor puntaje se observa una mayor presencia del atributo analizado.
Haber sufrido enfermedad crónica, reportar estrechez financiera o haber sido víctima de un suceso vital estresante tal como: un accidente, la muerte de un familiar cercano o haber sido víctima en algún hecho de violencia, fueron consideradas como relevantes, pues todas ellas mostraron asociaciones significativas, para hombres y mujeres, con la variable distrés. También se consideró como variable de interés el grupo de ocupación de los/las trabajadores/as.
Los análisis consideran estadística descriptiva e inferencial. Se analiza la prevalencia de distrés en trabajadores y trabajadoras asalariadas, sus prevalencias de exposición a dimensiones psicosociales del trabajo y a situaciones de precariedad laboral.
Como proxis a experiencias sociales basadas en el género se utilizó una categoría clasificatoria binaria mujer/hombre, para comprender las diferencias entre y dentro de hombres y mujeres.
El análisis de la significación estadística de las diferencias encontradas entre los grupos se obtuvo mediante pruebas de χ2. Asimismo, mediante modelos de regresión logística, se realizaron análisis de asociación (crudos y ajustados) entre la exposición a dimensiones psicosociales, precariedad laboral y resultado de distrés psicológico, utilizando como medida de asociación el odds ratio. El procesamiento y análisis de la información se realizó con el software Stata 12.0 (StataCorp, College Station, Estados Unidos).
La muestra estuvo compuesta por mujeres y hombres asalariados/as de entre 20 y 65 años de edad, que se distribuyen de manera muy similar en los distintos grupos de edad.
Más de la mitad de la muestra recibe un ingreso promedio mensual igual o inferior a 350.000 CLP (630 USD), siendo mayor la proporción de mujeres que de hombres con este nivel de ingreso (65% de mujeres versus 47% de hombres). En todos los niveles de ingresos superiores a dicha cifra, las mujeres están representadas en menor proporción que los hombres. En términos de empleo, las mujeres de la muestra se concentran en un abanico limitado de ocupaciones: son en su mayoría empleadas de oficina, trabajadoras de servicios y profesionales (33%, 21% y 14%, respectivamente). En las dos primeras ocupaciones son el 66,5% y el 60,5% de la fuerza de trabajo total ocupada en ellas. Los hombres, por su parte, se distribuyen en un espectro más amplio de ocupaciones: son operarios en distintas ramas (27%), conductores de transportes y operadores de máquinas (13,6%), empleados de oficina (15,7%), trabajadores de los servicios (13,3%) y profesionales (8,8%). Muy pocas mujeres ocupan cargos de jefatura (3,2%), cifra que se duplica en los hombres (6,6%). Las características descritas de la muestra en términos de niveles de ingresos y ocupaciones reflejan las desigualdades de género presentes en el mercado de trabajo en Chile.
Un 18% de la población encuestada presenta distrés. Las mujeres reportan casi el doble de distrés que los hombres (23,8% versus 14,8% de hombres, p = 0,001).
En relación a las dimensiones planteadas en el modelo Karasek & Theorell 24, el estudio mostró que considerables proporciones de trabajadores y trabajadoras experimentan en su trabajo "altas demandas psicológicas", "baja latitud decisional" y perciben bajo apoyo social de parte de sus pares o de sus superiores (Tabla 1). Un quinto de los trabajadores y trabajadoras experimentan simultáneamente "altas demandas psicológicas" y "baja latitud decisional" lo que los expone al riesgo de "tensión psíquica". Asimismo, uno/a de cada diez trabajadores/as experimentan "tensión psíquica" y a la vez reportan bajo apoyo social, lo cual los expone al riesgo de "isostrain" (Tabla 1).
En relación a las dimensiones del modelo de Siegrist 25, "desequilibrio esfuerzo/recompensas", los resultados del estudio señalan que alrededor de un tercio de los/as trabajadores/as declaran que en su trabajo se les exige "altos esfuerzos", y casi la mitad reporta que reciben por ellos "escasas recompensas". De aquí que un amplio grupo (50%) está expuesto a los riesgos derivados de un desequilibrio entre esfuerzos desplegados en sus trabajos y recompensas recibidas (Tabla 1).
En la mayoría de las dimensiones psicosociales reportadas, las mujeres presentan una mayor exposición a riesgos psicosociales, exceptuando las dimensiones "apoyo social", "altos esfuerzos" y "desequilibrio esfuerzo/recompensas".
El análisis crudo de la asociación entre la exposición a riesgos psicosociales laborales y la prevalencia de distrés mostró, para hombres y mujeres en todos los casos, una asociación significativa, con excepción de la dimensión "latitud decisional" en el caso de los hombres (Tabla 2).
Tabla 2: Análisis crudo y ajustado entre exposición al riesgo psicosocial y resultado de distrés psicológico en mujeres y hombres. Chile, 2011.
Al analizar las dimensiones -que expresan mayor riesgo para la salud de los/as trabajadores/as- correspondientes a "tensión psíquica" e "isostrain", en el caso del modelo de Karasek & Theorell 24 y a "desequilibrio esfuerzo/recompensa", en el caso del modelo de Siegrist 25, observamos que la probabilidad de presentar distrés aumenta en presencia de estas situaciones laborales (Tabla 2). Hombres y mujeres expuestos a "tensión psíquica" (altas demandas y baja latitud decisional) tienen una probabilidad dos veces mayor de sufrir distrés que los no expuestos; los expuestos a "isostrain" (altas demandas, baja latitud decisional y bajo apoyo social) tienen una probabilidad casi 3 veces mayor de sufrir distrés que los no expuestos. Asimismo, la probabilidad de sufrir distrés es tres veces mayor para trabajadores y trabajadoras que experimentan "desequilibrios esfuerzos-recompensas". En todas estas situaciones que presentan riesgo para la salud mental las mujeres presentan una mayor probabilidad de sufrir distrés que los hombres (Tabla 2).
Para verificar si el resultado de distrés puede ser afectado por otras variables se procedió a realizar análisis bivariados entre distrés y las covariables. Este análisis mostró que el distrés se asoció con: estrechez económica (hombres OR = 1,98; mujeres OR = 2,60); enfermedad crónica (hombres OR = 1,84; mujeres OR = 1,73) y suceso vital estresante (hombres OR = 2,09; mujeres, OR = 1,90), es decir, las personas que experimentan estas situaciones, hombres y mujeres, tienen una probabilidad alrededor de dos veces mayor de presentar distrés, al compararse con los que no presentan cada una de estas situaciones. Sin embargo, al incluir estas covariables en el análisis bivariado entre exposición a las dimensiones de riesgo psicosocial y resultado de distrés, encontramos que la incorporación de cada una de estas dimensiones no provoca una considerable modificación del tamaño del efecto, razón por la cual los modelos de asociación señalados fueron ajustados por las otras dimensiones psicosociales del trabajo que sí mostraron modificación del tamaño del efecto.
Tal como se puede apreciar en la Tabla 2, los análisis ajustados muestran que las asociaciones entre las principales dimensiones de riesgo psicosocial laboral (tensión psíquica, isostrain y desequilibrio esfuerzo-recompensa) y distrés se mantienen para hombres y mujeres. Es decir, hombres y mujeres expuestos a una combinación entre altas demandas y escasa latitud decisional en el trabajo (tensión psíquica) y, además, a bajo apoyo social (isostrain); así como también los expuestos a desequilibrio esfuerzo-recompensas, tienen una probabilidad mayor de sufrir distrés al compararse con los no expuestos. En todos los casos, la fuerza de la asociación fue mayor para las mujeres al compararlas con los hombres (Tabla 2).
A fin de precisar quiénes son los grupos de trabajadores y trabajadoras más expuestos a distrés, se analiza en primer lugar las asociaciones entre calidad del empleo y distrés. En segundo lugar se examina la asociación entre calidad del empleo y exposición a riesgos psicosociales.
Los resultados de la encuesta muestran que un 28,1% de los trabajadores tienen empleos precarios (2 o más situaciones de precariedad laboral) y que es mayor la proporción de mujeres en este tipo de situaciones de empleo (30,4% versus un 26,8% de hombres, p = 0,05).
Asimismo, se constata que los y las trabajadoras que tienen trabajos definidos como precarios tienen a su vez una probabilidad más alta de presentar distrés, al compararse con los trabajadores que tienen empleos no precarios. Además, mujeres y hombres en empleos precarios tienen una probabilidad de una y media vez más de sufrir distrés, en comparación con aquellos/as cuyos empleos no son precarios (OR = 1,59 en las mujeres y OR = 1,42 en el caso de los hombres). Lo interesante es que la asociación entre calidad del empleo y distrés se mantiene aún cuando controlamos por las dimensiones psicosociales del trabajo [(ajustado por desequilibrio esfuerzo recompensas mujeres: OR = 1,60; IC95%: 1,14-2,24; hombres = 1,44; IC95%: 1,08-1,93, (ajustado por Isostrain mujeres, OR = 1,69; IC95%: 1,22-2,33; hombres, OR = 1,49; IC95%: 1,12-1,97)].
Por otra parte, cabe señalar que la precariedad laboral no se distribuye homogéneamente en todos los grupos de ocupación, sino por el contrario, se constató que la precariedad varía entre ocupaciones, siendo más alta a medida que se desciende en la escala jerárquica de ocupaciones. Es decir, la proporción de trabajadores de ambos sexos con empleos precarios es más baja en cargos directivos y profesionales que la de los trabajadores operarios, de los trabajadores de servicios y trabajadores no cualificados del agroindustria y transporte. En segundo lugar, se observa que las mujeres reportan más precariedad que los hombres en la mayoría de las ocupaciones (Figura 1).
Figura 1: Proporción (%) de trabajadores con empleo precario, según grupos de ocupación y sexo. Chile, 2011.
Las diferencias de precariedad entre ocupaciones encontradas se traducen, asimismo, en diferencias en la prevalencia de distrés entre ocupaciones. En efecto, como se puede observar en la Tabla 3, la prevalencia de distrés es mayor en las ocupaciones que se ubican en los escalafones inferiores de la estructura ocupacional que son las más precarias, y disminuye en aquellas de mayor jerarquía que son, a la vez, las menos precarias. Con todo, las mujeres en la mayoría de los grupos de ocupaciones exhiben mayor presencia de distrés que los hombres, excepto en el caso de los trabajadores y trabajadores en empleos no cualificados.
Tabla 3: Proporción de trabajadores con distrés laboral según grupos de ocupación y sexo. Chile, 2011.
Es importante subrayar que los resultados de la encuesta mostraron además la existencia de relaciones entre calidad del empleo y exposición a riesgos psicosociales (Tabla 4). Hombres y mujeres en empleos precarios están proporcionalmente más expuestos a "tensión psíquica" e "isostrain", al compararlos con aquellos/as cuyos empleos no son precarios, siendo las diferencias significativas para ambos sexos. En cuanto a la dimensión "desequilibrio esfuerzo/recompensas", las diferencias son significativas en el caso de las mujeres en empleos precarios (p > 0,001), pero no en el de los hombres (p = 0,928).
Dada las asociaciones encontradas entre precariedad laboral y exposición a riesgos psicosociales, es posible esperar una menor exposición a estos riesgos en trabajadores y trabajadoras en las ocupaciones de mayor jerarquía en la estructura ocupacional versus una mayor exposición en trabajadores y trabajadoras que ocupan los escalafones más bajos de la misma. Por ejemplo, "jefaturas" es el grupo que en menor proporción reporta exposición a "tensión psíquica" e "isostrain" (un 6% y 2% respectivamente), con diferencias importantes entre hombres y mujeres, tanto en la exposición a "tensión psíquica" (5,6% de hombres versus 9,1% de mujeres), como de "isostrain" (1,7% de los hombres versus un 3,1% de las mujeres). Por el contrario, el grupo ocupacional que muestra una mayor exposición a riesgo psicosocial corresponde al de trabajadores/as no cualificados/as de la industria, agricultura y transporte, entre los cuales un 33% experimentó "tensión psíquica" y un 19,2% "isostrain". No se encontraron diferencias significativas en las proporciones de hombres y mujeres que experimentan "tensión psíquica" e "isostrain" en estos niveles de empleo. Siguiendo la misma tendencia, la proporción de personas que perciben un "desequilibrio esfuerzos/recompensas" se incrementa desde un 46,7% en quienes ocupan cargos de jefaturas, hasta un 61% en los trabajadores/as no cualificados/as de la industria, agricultura y transporte. Las diferencias entre hombres y mujeres se constatan sólo en los extremos de la jerarquía ocupacional, no así en ocupaciones de rango intermedio.
En síntesis, los hallazgos de este estudio dan cuenta de la existencia de una doble desigualdad -social y de género- en el mercado laboral en Chile al mostrar que: trabajadores/as en empleos precarios presentan más distrés que aquellos/as que ocupan empleos de mejor calidad; trabajadores/as en posiciones inferiores de la jerarquía ocupacional presentan mayor distrés y exposición a riesgos psicosociales que trabajadores/as en cargos de mayor jerarquía; trabajadores/as expuestos/as a riesgos psicosociales presentan más distrés que los/las no expuestos/as; finalmente, las mujeres representan una fuerza de trabajo más expuestas a sufrir efectos negativos en su salud mental que la masculina, debido a que ocupan, en mayor proporción, empleos precarios, de menor jerarquía ocupacional y están más expuestas a riesgos psicosociales que ellos.
Los resultados del estudio han permitido confirmar las cuatro hipótesis planteadas: (a) trabajadores y trabajadoras expuestos/a a riesgos psicosociales (tensión psíquica, isostrain y desequilibrio esfuerzos-recompensas) tienen una probabilidad mayor de presentar distrés, al compararse con los/as no expuestos/as; (b) mujeres trabajadoras expuestas a riesgos psicosociales (tensión psíquica, isostrain y desequilibrio esfuerzos-recompensas) tienen una probabilidad mayor de presentar distrés, al compararse con los hombres expuestos a las mismas dimensiones psicosociales; (c) trabajadores y trabajadoras en empleos precarios presentan mayor prevalencia de distrés que los/as trabajadores/as en empleos no precários; y (d) mujeres en empleos precarios tienen una probabilidad mayor de sufrir distrés que los hombres en empleos precarios.
Nuestros hallazgos coinciden con las tendencias señaladas por estudios internacionales que indican que las mujeres reportan casi el doble de distrés que los hombres y que existen asociaciones entre precariedad laboral y distrés 29), (30. Una encuesta sobre condiciones de trabajo y empleo en la provincia de Québec, Canadá (2011), encontró que alrededor de un 18% de los trabajadores encuestados presentaba un nivel elevado de distrés psicológico, proporción mayor entre las mujeres que en los hombres (21,7% versus 15% respectivamente) 29. Si bien la información disponible en países latinoamericanos, respecto a factores de riesgo psicosocial y distrés laboral es escasa, un estudio con trabajadores colombianos -enfermeras, conductores y personas con ocupaciones mixtas- 31 y otro con trabajadores brasileños 32 concluyen la existencia de asociación entre distrés psicológico y tensión psíquica. Por su parte, Mirowsky & Ross 30 ponen en evidencia que las mujeres sufren más distrés que los hombres y que las diferencias en distrés reflejan y revelan las relativas desventajas de las mujeres en la sociedad americana. Señalan además la existencia de relaciones entre algunas dimensiones del trabajo, tales como percepción de inseguridad, falta de control, supervisión estrecha, falta de posibilidades de desarrollar autonomía y creatividad y la prevalencia de distrés 30.
Por otra parte, coincidiendo con nuestros análisis, numerosos estudios han reportado asociaciones entre precariedad laboral, exposición a riesgos psicosociales laborales y desigualdades en salud, destacando, que existen numerosos mecanismos potenciales a través de los cuales diferentes tipos de estas formas de empleo pueden perjudicar la salud de los trabajadores en forma diferente 33. Los y las trabajadoras en empleos precarios pueden sufrir efectos adversos en salud por condiciones de trabajo de más riesgo -como posturas cansadoras, ruido, movimientos repetitivos- y a la vez por factores asociados a la organización del trabajo como altas demandas o menor control sobre el proceso de trabajo, dos factores que han sido asociados con altos niveles de estrés y resultados adversos en salud. Asimismo, se considera que la inseguridad laboral, dimensión central de la precariedad laboral, actúa como un estresor crónico, generando efectos en la salud mental y la autopercepción de morbilidad 34.
En esta misma línea, un estudio sobre empleo precario y condiciones de trabajo en la Unión Europea (1998) informa que un 39% de los empleados europeos que llevan al menos un año de trabajo, no tienen libertad para cambiar el orden de sus tareas, siendo mayor esta falta de libertad en empleados con contratos precarios de trabajo (a plazo fijo, o temporales). Estos, asimismo, tienen en promedio una menor posibilidad de cambiar sus métodos de trabajo y no tienen libertad para decidir cuándo hacer una pausa en la jornada laboral, ni para modificar tampoco el ritmo en que trabajan 35. Posteriormente, la Tercera Encuesta de la Unión Europea sobre Condiciones de Trabajo (2001) señaló que entre los años 1995 y 2000 la situación no había variado respecto a la libertad de cambiar el orden de las tareas, pero que el porcentaje de quienes podían influir en el ritmo de trabajo había disminuido de un 70% a un 66% y también la proporción de personas que podía decidir cuándo hacer una pausa o tomarse un día libre (de 63 a un 61%, y de un 57 a un 56%, respectivamente). En todos los años estudiados, las mujeres manifiestan una menor capacidad de control sobre las dimensiones señaladas, confirmando también nuestros hallazgos relativos a una distribución desigual de los riesgos, según las jerarquías ocupacionales 36.
Más allá del estudio que se presenta, en Chile los modelos de riesgo psicosocial laboral han sido parcialmente utilizados a través de escasos estudios, de allí que todavía disponemos de insuficientes evidencias sobre las relaciones entre riesgos psicosociales y salud mental en nuestro país. Uno de ellos, corresponde a un estudio de validación de los instrumentos de los modelos de Karasek & Theorell y Siegrist, realizado con esta misma muestra, el cual reveló la existencia una relación dosis-respuesta entre la exposición a las dimensiones psicosociales aquí utilizadas y el distrés psicológico de los trabajadores 37. Es decir, a medida que los puntajes de exposición al riesgo psicosocial aumentan, se evidencian mayores probabilidades de presentar distrés 37. En dicho estudio de validación se sugiere hacer análisis diferenciados, considerando la dimensión de género, especialmente en los estudios de sa lud ocupacional, y en particular, cuando se están analizando riesgos del trabajo que se distribuyen desigualmente entre hombres y mujeres 37. Otro estudio, realizado con la misma muestra, analizó la asociación entre riesgo psicosocial y sintomatología depresiva, mostrando que las mujeres expuestas a isostrain y bajas recompensas tienen una probabilidad cercana a dos y media veces de presentar sintomatología depre siva al compararlas con las no expuestas 11.
En síntesis, como lo hemos señalado, existen asociaciones entre factores psicosociales laborales y distrés, entre precariedad laboral y distrés, y las mujeres reportan casi el doble de distrés que los hombres.
Un resultado muy interesante para discutir es que las diferencias entre hombres y mujeres que sufren distrés pierden visibilidad en empleos no cualificados, lo cual puede ser comprendido por las adversas condiciones de trabajo, materiales, ambientales y organizacionales a las que están expuestos de igual manera hombres y mujeres 34. Asimismo, las diferencias por sexo en la exposición a algunos riesgos psicosociales pierden relevancia en presencia de empleos no cualificados. Tampoco se encontraron diferencias significativas en las proporciones de hombres y mujeres que experimentan "tensión psíquica" e "isostrain" en el grupo ocupacional de trabajadores no cualificados.
De allí la relevancia de que los estudios que utilizan una perspectiva de género, consideren la primacía, agregación o desagregación de las diversas dimensiones sociales cuando se trata de analizar los efectos en la salud de la población trabajadora.
Es posible identificar tres limitaciones principales en este estudio: el diseño transversal que, a diferencia de los estudios longitudinales, hace imposible demostrar la causalidad en las asociaciones reportadas; el uso de instrumentos de autoreporte que puede llevar a problemas de mala clasificación de casos y podría representar sesgos ante la ausencia de medidas objetivas; y la naturaleza latente de algunas de las variables analizadas sobre las cuales no existe una escala de medida única e universal. Sin embargo, la evidencia disponible es contundente en señalar que las asociaciones aquí analizadas presentan una clara dirección entre las diversas situaciones de exposición (calidad del empleo y riesgos psicosociales) y efectos nocivos en la salud mental. La opción de un estudio transversal obedeció principalmente a criterios de tiempo de ejecución del programa de investigación, de recursos financieros y a la necesidad de realizar una primera exploración a nivel nacional acerca de las asociaciones entre la exposición a riesgo psicosocial y resultados adversos de salud mental que permita orientar futuros estudios longitudinales. De otra parte, el sesgo del trabajador sano, tradicional en los estudios de salud ocupacional que se realizan en el lugar de trabajo, se controló en este estudio mediante la realización de la encuesta en hogares a trabajadores activos, evitando de ese modo que los consultados no respondan al encontrarse ausentes por motivos de salud.
Con todo, la mayor relevancia del estudio presentado radica en la consideración de las diferencias ocupacionales y de género en el análisis de la relación entre salud mental y trabajo, donde las condiciones de la organización del trabajo, así como también otras más estructurales como son las condiciones de empleo, analizadas mediante la presencia de precariedad laboral, juegan un papel central y diferencial entre hombres y mujeres, en desmedro de las últimas.